Desperté con la extraña sensación de traer el corazón arrastras, de que el amor no vive más acá, que aquel desengaño dejó un daño permanente e irreparable; en flashazos de memoria, me veo morir en el laboratorio experimental de su sadismo apasionado. Me veo entrar por propia voluntad, le veo envuelto en sonrisas extirpando quien era, de apoco, sin anestesia, uno a uno: mi fe, mi amor, mi alma; son arrancados mientras ríe a carcajadas. Entre frases de: “pronto”, “algún día”, “te extraño”, “seremos”, “haremos”, “estaremos”, “veremos”, hacía remiendos de mi piel.
Me arrullaba con historias del futuro, de un épico amor que llegaría, en la felicidad desmedida que nos envolvería, y al despertar se había marchado con alguien más, con mi ilusión, con el amor que tenía, con los besos, las caricias. Flote entre mis lagrimas, con mi cuerpo de cascarón, nade lejos, y me perdí.
A la distancia recuerdo a la mujer que deje morir, a la que no salve a tiempo, a la inocencia de mi humanidad, a la incondicionalidad del amor; acariciando cicatrices, siento que el amor no vive más. A la distancia soy la mujer que sobrevivió a Satanás.
1 comentario:
bueno bueno
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